Muchas personas, especialmente quienes no son escritores,
creen que escribir es un don. La expresión “don” sugiere algo sobrenatural, que
le llega a una persona de forma involuntaria y como un regalo divino. Sostener
eso es quitarla a la tarea de la escritura su esencia más importante: El
trabajo que significa escribir.
Escribir no es un don, es un arte. Para dominarlo se necesitan
cientos de horas luchando con las palabras y los vocablos, para elegir la
expresión más acertada y la que exprese mejor un pensamiento.
Como todo arte, exige esfuerzo, constancia, voluntad,
disciplina, laboriosidad y trabajo. Como diría el escritor polaco Isaac
Bashevis Singer (1904-1991):
La experiencia me ha enseñado que no hay milagros en la
escritura: sólo trabajo. Es imposible escribir un buen libro con solo llevar
una pata de conejo.
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